Mousike

Mousike

06 OCT 17-19h
Tenerife La Laguna ExConvento Sto. Domingo
07 OCT 17-19h
Fuerteventura Puerto del Rosario EIMF Salón de Actos
08 OCT 17-19h
Las palmas de Gran Canaria Teatro Guiniguada
Marta Solís
8 de Octubre: Concierto a las 20:00H

Jugar con la palabra y la música ha sido desde siempre mi pasión. Desde niña ya sabía que quería cantar. Durante años mi mundo fueron el colegio y nuestra casa en la capital de Tenerife, una isla en la periferia de España. El estrecho pasillo del piso donde vivíamos y mis dos hermanas eran serios testigos de mi insistencia y dedicación. Mi formación musical comenzó de manera autodidacta escuchando los éxitos de los 40 Principales en la única radio de la casa. Grabar, rebobinar y cantar. Una y otra vez.

Como buena isleña, hace pocos años me di cuenta de todas las mareas que he navegado. Estuve al principio, cuando grabé mi primer disco en Miami, en lo que yo creía la cresta de la ola. Estuve muchos años también perdida en mi propio fondo submarino, buscándome a mí misma en el camino. Sin darme cuenta de que el camino me seguiría a mí allí donde yo fuera. Sin embargo, hoy por hoy, la prisa del tiempo se desdibuja y confío plenamente en mi cuerpo de madera. Resuena con todas mis voces y mis pasados. Con mis encuentros y desencuentros. Se deja llevar por el impulso de mi única corriente, esa que me hace cantar la belleza de lo inefable.

Me siento canaria. A veces soy niebla fría y a veces calima polvorienta. Soy araucaria y drago de savia roja que recién comienza a nacer. El mar bate sin tregua en las escarpadas laderas de mis historias. La nubes siempre están de paso. Se arremolinan en la cumbre a ratos y luego se marchan. A conocer mundo. Como yo misma hice durante un tiempo. Para ser también ciudadana universal.

Aquí, en medio del Atlántico, el mar y el cielo son demasiado inmensos como para poder identificarme plenamente con ellos. Sin embargo la montaña soy yo. La miro y cuando cierro los ojos la siento entrecruzándose entre mis dedos, resbalando sus retamas por mis piernas, recorriéndome sus piedras desde los tobillos hasta el esternón.

Marta Solís